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Monday, April 11, 2011

El dedo en la llaga
Por Rafael Prieto Zartha

Durante los últimos días, la pluma de Pilar Marrero, mi querida colega periodista de La Opinión de Los Ángeles, le ha puesto en varias ocasiones el dedo en la llaga a un tema ineludible: ¿cuál es el trato que la administración del ahora candidato presidente Barack Obama le ha dado a los inmigrantes?
Pilar, con el cristal de sus ojos claros, reportó que el liderazgo hispano proinmigrante se mostró desencantado con el mandatario durante una conferencia sobre el tema de la inmigración que se realizó en la Universidad del Sur de California (USC).
“Desilusionados con Obama”, fue el titular de la historia que citó a dirigentes prominentes de diferentes organizaciones nacionales que lanzaron ácidas críticas contra la Casa Blanca por el énfasis que le está dando el actual gobierno a las medidas policiales restrictivas y la poca enjundia que ha tenido para darle alivio a la pesadilla que experimentan los indocumentados honestos.
“No está esforzándose en ofrecer soluciones”, fue la expresión que reprodujo Pilar de parte de Thomas Sáenz, quien dirige el Fondo Mexicoamericano de Defensa Legal y Educación (MALDEF).
“Casi nos hubiera ido mejor con un republicano”, fue lo que recogió de Clarissa Martínez, del Consejo Nacional de La Raza (NCLR).
Igualmente, Pilar reportó que en los últimos tres años han sido rechazadas 240 mil solicitudes de ciudadanía, lo cual indica que los funcionarios del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS) se han puesto más “piquis” y esto que supuestamente el organismo fue creado para ser la cara amable para los inmigrantes, tras la desaparición del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS).
Así que los empleados del USCIS están más exquisitos que nunca para aprobar la naturalización de quienes la aspiran, en lugar de tener una mano ancha en estos tiempos revueltos.
De la promesa de reforma migratoria integral hecha por Obama siendo candidato en 2008, ni hablar, ni tampoco de sus lamentos de frustración por no haberse aprobado el Dream Act el año pasado.
Lo evidente es que su secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, se la pasa alardeando de los resultados que han dado la aplicación de medidas policiales y los programas de deportación Comunidades Seguras y 287g, que ya han sacado del país a más de un millón de indocumentados, desde el inicio del mandato de la O de la esperanza.
El cuento de la administración es que le está apuntando a la expulsión de indocumentados criminales, pero todas las estadísticas presentadas por el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) indican que los deportados del nivel 1 que son los verdaderos criminales, son menos que los de los niveles 2 y 3, en los que está la gente que no ha realizado actividades delictivas.
No obstante, durante una presentación en el centro de estudios y pensamiento Nueva Red Democrática (NDN), Napolitano se atrevió a decir sobre todos los procesados por los programas de deportación: “para comenzar, ¿por qué les tomaron las huellas dactilares? Ahí hubo un crimen”.
Con toda razón la organización America’s Voice, expresó en un comentario sobre el asunto: “¿qué pasó con (el principio) de la inocencia hasta probar culpabilidad?”.
Pero no es solo eso, sino que ahora los agentes de ICE rodean escuelas y cazan padres indocumentados, mientras los representantes del DHS en los aeropuertos deportan infantes ciudadanos.
El año pasado los agentes de ICE se rebelaron abiertamente contra su jefe y no pasó nada.
El presidente sí tiene la autoridad administrativa para parar las deportaciones, para declarar un estatus de protección temporal a favor de los estudiantes indocumentados y para dar un tps a los nacionales de países que han experimentado tragedias naturales.
Lo que le falta al presidente Obama es simplemente voluntad y coraje.

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